En confidencia

Hoy me ha entrevistado una estudiante de Periodismo, parecía tan joven que me ha sorprendido la madurez de sus preguntas, ha sabido crear un ambiente de confianza así que la entrevista ha resultado, una larga confidencia…

No existe nada más doloroso ni más antinatural que la pérdida de un hijo, todo aquel que haya pasado por esta situación sabe que nunca se supera, sólo te acostumbras a vivir con el dolor.

Como tantas otras madres, un día, oí una noticia, era el testimonio de una mujer…, de pronto descubres que ese acontecimiento tan doloroso que habías vivido como algo intimo y privado, como una desgracia excepcional, ocurría con una frecuencia que escapa a la probabilidad estadística de un país con una sanidad moderna y avanzada. Los embarazos de mujeres jóvenes y sanas, sin incidencias durante la gestación y partos controlados sanitariamente en clínicas y hospitales, terminaban con el desenlace inesperado e inexplicable del fallecimiento del recién nacido.

Un acontecimiento tan doloroso te sumerge en una sensación de vértigo del que no puedes escapar y como en las pesadillas, percibes cosas que no eres capaz de entender, ni de atrapar, pero que están ahí, se agarran al subconsciente y te acompañan el resto de tu vida.

Sólo hizo falta el testimonio de aquella otra madre, para darle la vuelta a la única pieza capaz de encajar y que todo empezara a cobrar sentido, la sospecha. Es sorprendente la cantidad de detalles, de imágenes, de frases que recuerdas con toda claridad y sólo puedes pensar, “mi hijo está vivo”, pronto descubres que la incertidumbre es más dolorosa que la certeza y tu vida, se convierte en una búsqueda constante.

Las familias estamos realizando extraordinarios trabajos de investigación, a pesar de no tener a nuestro alcance los medios de los que dispone la Policía o la Fiscalía, encontramos y aportamos las pruebas más evidentes pero pese a todo, la Justicia archiva o dilata la instrucción hasta la desesperación de las víctimas o el fallecimiento de los criminales. Un dato indiscutible que rompe cualquier lógica estadística es que, entrado ya el 2020, de las 3.000 denuncias, la Justicia española no ha resuelto ni un solo caso y todas las “medidas” adoptadas hasta ahora para “ayudarnos”, han resultado ser “contra-medidas” para nuestras búsquedas.

A pesar de la angustia que sentimos cuando nos archivan judicialmente, cuando nos deniegan la documentación, cuando nos prohíben hacer exhumaciones o llegan los resultados de los cotejos de ADN y nunca dan positivo… con todo, no conseguirán desanimarnos, ¿qué mejor prueba puede haber de que nuestros hijos están vivos que todo el esfuerzo desplegado desde las Administraciones para obstaculizar nuestras búsquedas?

Nuestros casos son una prioridad humanitaria pues, nuestros hijos y hermanos están vivos. ¿Hasta cuándo nuestro Estado democrático, puede relegar y esconder la vergüenza de los “Niños Robados” durante más de siete décadas? Quiero recordar que, no sólo nos referimos a casos cometidos durante la Dictadura franquista, el robo de niños continuo cometiéndose en Democracia hasta más allá de los años 90. Llevamos más de 40 años de Democracia y, ningún Gobierno se ha planteado afrontar la mayor vergüenza que pueda pesar sobre la conciencia democrática de un País.

Ana Cueto Eizaguirre

Presidenta de AVIDNA

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